Todo eso.

Siempre he sufrido de esa debilidad por su pelo mojado y desordenado cuando sale de la ducha, siempre huele muy bien, podría estar todo el día con los ojos cerrados sintiéndola subir lentamente por mi nariz, quedándose en mi mente, o recordando el tono de su voz terco y decidido sobretodo cuando sabe que no tiene razón, en esos casos se encierra en sus argumentos pretendiendo evadir toda lógica con la fuerza de su voluntad, viéndose vencida emplea su lengua traviesa en hacerme capitular, y debo reconocer que su capacidad persuasiva por lo general tiene éxito, sus manos siempre heladas buscan calor, a veces pasando por mi cara, sintiendo esa barba de tres días que dice que me quite, pero cuando desaparece la extraña, su voz somnolienta cuando me cuenta mil historias antes de caer dormida, su voz consentida cuando no quiere nada diferente a un abrazo. Sí todo eso.

PS: Nostalgias. Andrés Calamaro.