martes, febrero 26, 2008

Chocolate.

Sin decir una palabra, sin consultarlo con nadie, vendió su carro, su apartamento, cerró su oficina y canceló su celular. Al parecer había desaparecido, era imposible de ubicar, nadie sabía donde estaba, si estaba vivo o muerto, loco o cuerdo. Tal vez estaba loco, tal vez estaba extremadamente cuerdo.

Compró una gigantesca casa en la Candelaria, una de esas casas con puerta de madera, patio central, árbol centenario, chimenea y eterna sensación de estar en otra época. Acondicionó un cuarto como bibloteca, estantes de madera donde dormían sus libros favoritos, los que no le gustaban, los que había leído, los que iba a leer, todos; una poltrona vieja y cómoda, una lámpara para cuando se acababa la luz del día.

Fue allí donde pasó su último año de vida, no le quedaba más tiempo dijo el doctor, ya no había nada que hacer, claro que sí respondió él, por fin tendré el tiempo para cumplir mi sueño.
Leer y escribir en la calma de una solitaria casa en un viejo barrio. Los viernes en la tarde abría su biblioteca a los niños del barrio, ya nunca sería padre, así que sería uno de mentiras, uno que atendía de dos a cinco de la tarde. Uno que leía cuentos a los niños que aun no sabían leer (los cuentos de Andersen siempre me han gustado, decía a los más pequeños), uno que recomendaba libros a los que ya sabían (sabes quien te caerá muy bien? Tom Sawyer, léelo) uno que discutía con los más grandecitos (lee a Andrés Caicedo y después me dices quien tenía razón)...

A las cinco en punto se acababa la lectura, en ese momento servía una taza de chocolate caliente con pan, el pan lo donaba la panaderia de la cuadra vecina, el chocolate lo hacía él siguiendo la receta de su abuela.
Esa tarde no hubo chocolate, se había quedado dormido desde las cuatro, últimamente dormía mucho, en mis sueños el dolor no me alcanza decía a los niños. Nunca más hubo chocolate. Nunca más lo alcanzó el dolor. Nunca más despertó.

PS: Soy Tuyo. Andrés Calamaro.

martes, febrero 05, 2008

Hermanos.

Como una suerte de mantra, aunque sería mejor definirla como tiquete de regreso. Curiosamente era un rasgo que compartían los dos hermanos a pesar de sus diez años de diferencia. Tal vez no había nada de curioso. Nada, si se tomaba el tiempo de observarlos cuando creían que nadie los miraba, y fijaban sus ojos en un punto lejano. Era en ese instante cuando se sumergían en ese extraño mundo interior, que surgía a partir de una palabra, un recuerdo, una frase.

Y era entonces cuando viéndose a punto de perderse para siempre dentro de sus propias cabezas, los hermanos, cada uno por separado, e ignorando la coincidencia, soltaban una frase cualquiera, salida de todo contexto y totalmente fuera de lugar. Frase que una vez pronunciada tenía la virtud de despejar sus miradas, y traerlos de regreso.

"Qué chistoso" o "de que hablas?" eran las reacciones más comunes. Nadie los observó, ni tomó en cuenta ese detalle, y los dos hermanos sonreían ante la posibilidad de no regresar, de quedarse para siempre encerrados dentro de sus propias mentes, cada uno por separado, extrañamente juntos sin saberlo.

PS: Piece of my heart. Janis Joplin.

Por fin.

Hasta hace un tiempo creí ser de los pocos que no habían sido tocados por la violencia. Solo que no me había tomado el tiempo de mirar a mi alrededor y hacia dentro. El miedo era ya tan cotidiano que sencillamente era "normal". Personas cercanas (muy muy cercanas, las más cercanas) sí han sido tocadas, más que tocadas sacudidas hasta las lágrimas por la violencia. Tal vez lo de ayer sea la demostración de una paciencia agotada. La demostración de que los papás, los hermanos, los tíos, los primos de todos los que acá vivimos están (estamos!!) secuestrados, torturados, asesinados.
Claro que hay más actores, pero ayer se quería dejar en claro que las farc no son el ejército del pueblo, no tienen apoyo alguno, que nos cansamos de su discurso enredado, contradictorio, cínico y relativista. Nos cansamos de los señores guerrilleros porque finalmente nos secuestraron a todos y nos están matando.

PS: El himno nacional que ayer no pude cantar porque se me cerró la garganta y se me encharcaron los ojos.