domingo, junio 22, 2008

Adiós.

Este es el final. Hasta acá llega este blog. Que les vaya muy bien. Muchas gracias por pasar y leerme.

miércoles, mayo 14, 2008

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De la misma manera como un día cayó en ese extraño sopor que lo llevaba a parecer consciente, claro si hablaba, reía, comía, dormía y demás acciones que lo asemejaban a un ser vivo; pero no era tan así, a duras penas sabía que pasaba, como si viera todo desde muy lejos, como si intentara entender un diálogo sostenido a cien metros sin saber leer los labios. Y así hubiera seguido sino es por el viejito que parecía senil y que muchos intentaban timar, el viejito que algo sabía, que ya habia ido y regresado. Bueno, así sucedió, despertó del sopor. No se sabía si duraría su ímpetu, si serían solo amagues y palabras bonitas. Lo cierto es que estaba despierto. Y así quería permanecer. Por lo menos esta vez lucharía contra el sopor y la indiferencia de los años que pasaban vacíos. Lo lograría? Quisera creer que sí.

PS: Stealing my heart. Rolling Stones.

viernes, mayo 02, 2008

Cuarto.

Hizo bien, pensó mientras miraba por la minúscula ventana que daba a la calle y que dejaba entrar algo de luz, solo en las mañanas después de las 2 de la tarde era tan oscuro como un domingo lluvioso.

Hizo muy bien, siguió pensando mientras arrugaba la nariz, tres días sin salir del cuartico donde vivía habían hecho estragos en el ambiente.
Porque claro, muchos planes tenía y miles de sueños, solo que nunca cruzaban la puerta, a veces salían por la ventana y se elevaban para nunca aterrizar. Y ella lo notó, con tristeza descubrió que así era.

Hizo muy bien en irse, pensó de nuevo, abrió una revista vieja y se dispuso a leerla por enésima vez, mientras en el sótano de su mente decidía que ya nunca más saldría de aquel cuarto.

PS: No quarter. Led Zeppelin.

jueves, marzo 13, 2008

Apartamento

Por la libertad, dijo alzando su cerveza. Todos sus amigos, asistentes a la inauguración oficial de su primer apartamento alzaron las suyas riendo y gritando. El alcohol había corrido desde las 5.17 de la tarde, momento en el que se cerró la puerta dejando adentro todas las cajas y maletas en las que había empacado sus 24 años de vida. Oigan son las 11 ya, dijo una rubia flaca de pelo crespo y cerveza en mano que respondía al nombre de Catalina y que debía cerrar un ojo para poder enfocar la pantalla del celular donde veía la hora. Pidieron 5 cajas de pizza, todas de pollo con champiñones. Los últimos en salir fueron Checho y Natalia, querían inaugurar a su manera todo el apartamento, es decir un cuarto, una salita, un baño y una cocina. El entusiasmo solo les permitió inaugurar cocina y salita, cuando iban por el baño decidieron que querían únicamente abrazarse, despedirse, dormir y dejar dormir.

Por fin algo solo mío, pensó en medio de la bruma de la borrachera, mientras se tiraba en el colchón que al día siguiente haría parte de una cama. Despertó dos o tres veces, un niño muy pequeño no dejaba de llorar, una mujer, tal vez la madre del niño decía por favor duerme, cállate déjame dormir.

Hubo varias señales, pero él se empecinaba en ignorarlas, como por ejemplo que no hubiera madres con niños pequeños en todo el edificio, que cada noche llorara más fuerte el niño, que la madre desesperada llevaba varias noches amenazando con matarlo si no dejaba de llorar. Debe ser en el edificio de al lado (sí claro el de oficinas, decía una vocecita en su cabeza), bueno el del otro lado (sabes que no, proseguía la vocecita), debe ser mi imaginación, no estoy acostumbrado a estar solo, pensaba cada noche antes de dormir, sabiendo que despetaría dos o tres veces por el niño que lloraba y su madre que lo iba a matar si no se callaba.

Fue tu imaginación Lu, le dijo mientras trataba de calmarla, no, gritaba ella, ahí estaba y el bebé tambien, ahí, ahí en el baño. Goticas de saliva volaban en todas direcciones mientras gritaba histérica. Me voy, dijo Luisa, no voy a pasar la noche acá, vámonos por favor, te lo ruego.
Estás histérica, le dijo él, cálmate y tratemos de dormir, ven no te vayas, ven... le gritó a la puerta que se cerraba. Al pasar frente al baño vio la puerta entre abierta, y la sombra de una persona sentada en la taza meciéndose. Su corazón se desbocó producto del miedo más intenso que habría de sentir en toda su vida. Corrió hasta su cama y se cubrió totalmente temblando. Pasos pesados llegaron hasta el lado de su cama. Tuve que hacerlo, no podía más, no podía, me iba a enloquecer, dijo la mujer parada al lado de su cama. Tuve que matarlo, tuve que matarlo, tuve que matarme, tuve que matarme, decía una y otra vez. Dejó de llorar, míralo, dijo mientras empezaba a correr la colcha que cubría su cabeza. Supo que esos tres segundos, eran los últimos que le quedaban de cordura, supo que iba a enloquecer irremediablemente en cuanto viera a la mujer que trataba de mostrarle a su hijo muerto.

PS: Comfortably numb. Pink Floyd.

martes, febrero 26, 2008

Chocolate.

Sin decir una palabra, sin consultarlo con nadie, vendió su carro, su apartamento, cerró su oficina y canceló su celular. Al parecer había desaparecido, era imposible de ubicar, nadie sabía donde estaba, si estaba vivo o muerto, loco o cuerdo. Tal vez estaba loco, tal vez estaba extremadamente cuerdo.

Compró una gigantesca casa en la Candelaria, una de esas casas con puerta de madera, patio central, árbol centenario, chimenea y eterna sensación de estar en otra época. Acondicionó un cuarto como bibloteca, estantes de madera donde dormían sus libros favoritos, los que no le gustaban, los que había leído, los que iba a leer, todos; una poltrona vieja y cómoda, una lámpara para cuando se acababa la luz del día.

Fue allí donde pasó su último año de vida, no le quedaba más tiempo dijo el doctor, ya no había nada que hacer, claro que sí respondió él, por fin tendré el tiempo para cumplir mi sueño.
Leer y escribir en la calma de una solitaria casa en un viejo barrio. Los viernes en la tarde abría su biblioteca a los niños del barrio, ya nunca sería padre, así que sería uno de mentiras, uno que atendía de dos a cinco de la tarde. Uno que leía cuentos a los niños que aun no sabían leer (los cuentos de Andersen siempre me han gustado, decía a los más pequeños), uno que recomendaba libros a los que ya sabían (sabes quien te caerá muy bien? Tom Sawyer, léelo) uno que discutía con los más grandecitos (lee a Andrés Caicedo y después me dices quien tenía razón)...

A las cinco en punto se acababa la lectura, en ese momento servía una taza de chocolate caliente con pan, el pan lo donaba la panaderia de la cuadra vecina, el chocolate lo hacía él siguiendo la receta de su abuela.
Esa tarde no hubo chocolate, se había quedado dormido desde las cuatro, últimamente dormía mucho, en mis sueños el dolor no me alcanza decía a los niños. Nunca más hubo chocolate. Nunca más lo alcanzó el dolor. Nunca más despertó.

PS: Soy Tuyo. Andrés Calamaro.