Cortico

Ese día iba a ser. Llevaba días y días planeando todo. Desde la forma de caminar (con la cara en alto, nada de mirar al piso y patear piedras) hasta la sonrisa con la que le diría hola.
Tímido y con aires de causa perdida. Alto para su edad, flaco, muy flaco, pelo negro siempre rebelde, gafas muy grandes para su cara, y la angustia propia de unos 15 años junto a un alma de viejo.
Todos los días la veía pasar. Ya conocía su rutina. La ruta la dejaba a las 4. De ahí pasaba a la panadería donde compraba un churro, comiéndose el churro atravezaba el parque, donde él la veia pasar mientras disimulaba paseando un perro.
Le gustaba mucho esa niña, le gustaba su pelo, su sonrisa, sus manos, una vez escuchó su voz y casi se paraliza. Ese día, como los anteriores, la siguió a distancia prudente, repitiendo en su cabeza las líneas mil veces repasadas que lo iban a llevar a conocerla.
Caminó hasta la puerta del jardín donde tantas veces la vio entrar, se acercó tomó impulso y se dispuso a soltar un hola lo más natural posible. Siguió derecho y en silencio, mientras pensaba: hoy tampoco fui capaz, mañana sí le hablo...


PS: I know it´s over. The Smiths