El plan.

Este aguado diciembre casi no se ha sentido, o por lo menos no desde mi escritorio con una claraboya encima. Ese plan de encender la chimenea y poner una película de esas que conmueven para aprovechar el momento y terminar en el jacuzzi que no he probado porque me prometí que lo probaría acompañado, ese plan como que ya no se hizo. Y que vaina que se alise el pelo a diario, si salvaje se le ve tan bonito, y además ganaría unos minutos de sueño, pero no, algo sobre el pelo de Leonel Alvarez me responde, mientras miro al tipo que quiere vendernos artesanías y que debe ser el quinto que quiere ponernos una manilla. Se hace tarde, pero que importa si a tiempo nunca he llegado. Un sol que parecía tímido se asoma y nos saca corriendo de la banca, que es ocupada por un grupo de estudiantes que no se deciden sobre que hacer. Trato de contarle una historia divertida mientras pienso al mismo tiempo en lo raro que es todo y en como las nuebes de nuevo acorralan el sol, termino mal la historia pero ella igual se ríe, sonrío cuando veo su mirada de burla. Durante cuatro trozos de pizza del huerto para cada uno, hemos reído mucho, recordando como se veía de mal con su uniforme de colegio, recordando que fui un tipo tímido y ahora me disfrazo de indiferente. Río porque no sospecho que la pizza del huerto no volverá a ser suficiente y porque el plan siempre será eso, solo un plan.

PS: Un amor violento. Los Tres.