Creando recuerdos.
Sí claro era por su boca chiquita y rosada, o como entrecerraba los ojos cuando reía. Cuando empezó a utilizar gafas me gustó mucho más, además de darle ese aire de niña juiciosa mantenían sus ojos en el verde que me gustaba; cuando se lo dije me abrazó y esa mañana no entendí un carajo de lo que hablaban los profesores.
Hubiera querido esperarla a la salida siempre, pero se iba con un tipo de once, uno que me caía mal y no solo porque la esperaba a la salida sino porque no me gustaba como la miraba cuando hablaban. Yo la miraba de manera consciente. Sabía perfectamente cada vez que la miraba a los ojos que estaba creando recuerdos, que 50 años más tarde aun vería esos ojos cambiantes como si los tuviera enfrente. Ese tipo no, ese tipo veía a una niña bonita nada más.
Tres días después de llamarla borracho por fin pude esperarla a la salida.
No era de los que más aguantaba tomando cerveza, siempre era el primer borracho, generalmente terminaba convenciendo a mis amigos de que me acompañaran hasta su casa. Tres antejardines antes, cuando por fin veía la luz de su cuarto encendida vomitaba, y en ese estado era incapaz de verla. A veces cuando la luz estaba apagada daba media vuelta y seguía tomando hasta vomitar.
Esa noche no convencí a nadie de ir hasta su casa, simulé una visita más al orinal y me desvié hasta el teléfono público, tuve que marcar dos veces porque entre el temblor de mis manos y el constante baile de los números no lograba hablar con quien quería. Respondí asustado a su saludo alegre cuando reconoció mi voz. Cerré los ojos y solté en medio minuto lo que venía guardando un año entero.
Hablamos mañana, dijo y colgó. Entre eufórico y muerto de miedo corrí al orinal, y como siempre devolví lo bebido.
Ni el sábado, ni el domingo, ni el lunes quiso hablar conmigo. Por fin el martes me dijo nos vemos a la salida.
Acompáñame hasta mi casa me dijo, y caminamos en silencio durante quince minutos, mala cosa para un viaje de veinte. Bueno, dijo finalmente y me cogió de la mano.
Desde ese día la esperé a la salida, desde ese día caminamos de la mano hasta su casa.
Aunque no fue con ella mi primer beso, sí entendí por fin que debía cerrar los ojos. Conocí su boca, el sabor de su saliva, su cuello, la curva suave de sus hombros, el calor de su abdomen, la dureza de sus pezones...mi conocimiento terminó el día que su papá nos encontró cuando yo empezaba a repasar la lección correspondiente a sus muslos.
Ella se fue a estudiar a Boston me dijo su mamá apiadándose de mis tres meses de paseos interminables frente a su casa.
Supongo que fue demasiado para su padre ver a su única hija de 15 años en compañía de su igualmente joven novio en tan adultas actitudes.
No he vuelto a tener la conciencia de estar ante hechos definitivos, no he vuelto a tener una epifanía como aquella, ya no se cuando un momento será definitivo. Es necesario aclarar que no la volví a ver y que treinta años después no la olvido?
PS: Para no olvidar. Los Rodríguez.
Glycerine. Bush.
Angel. Aerosmith.
Hubiera querido esperarla a la salida siempre, pero se iba con un tipo de once, uno que me caía mal y no solo porque la esperaba a la salida sino porque no me gustaba como la miraba cuando hablaban. Yo la miraba de manera consciente. Sabía perfectamente cada vez que la miraba a los ojos que estaba creando recuerdos, que 50 años más tarde aun vería esos ojos cambiantes como si los tuviera enfrente. Ese tipo no, ese tipo veía a una niña bonita nada más.
Tres días después de llamarla borracho por fin pude esperarla a la salida.
No era de los que más aguantaba tomando cerveza, siempre era el primer borracho, generalmente terminaba convenciendo a mis amigos de que me acompañaran hasta su casa. Tres antejardines antes, cuando por fin veía la luz de su cuarto encendida vomitaba, y en ese estado era incapaz de verla. A veces cuando la luz estaba apagada daba media vuelta y seguía tomando hasta vomitar.
Esa noche no convencí a nadie de ir hasta su casa, simulé una visita más al orinal y me desvié hasta el teléfono público, tuve que marcar dos veces porque entre el temblor de mis manos y el constante baile de los números no lograba hablar con quien quería. Respondí asustado a su saludo alegre cuando reconoció mi voz. Cerré los ojos y solté en medio minuto lo que venía guardando un año entero.
Hablamos mañana, dijo y colgó. Entre eufórico y muerto de miedo corrí al orinal, y como siempre devolví lo bebido.
Ni el sábado, ni el domingo, ni el lunes quiso hablar conmigo. Por fin el martes me dijo nos vemos a la salida.
Acompáñame hasta mi casa me dijo, y caminamos en silencio durante quince minutos, mala cosa para un viaje de veinte. Bueno, dijo finalmente y me cogió de la mano.
Desde ese día la esperé a la salida, desde ese día caminamos de la mano hasta su casa.
Aunque no fue con ella mi primer beso, sí entendí por fin que debía cerrar los ojos. Conocí su boca, el sabor de su saliva, su cuello, la curva suave de sus hombros, el calor de su abdomen, la dureza de sus pezones...mi conocimiento terminó el día que su papá nos encontró cuando yo empezaba a repasar la lección correspondiente a sus muslos.
Ella se fue a estudiar a Boston me dijo su mamá apiadándose de mis tres meses de paseos interminables frente a su casa.
Supongo que fue demasiado para su padre ver a su única hija de 15 años en compañía de su igualmente joven novio en tan adultas actitudes.
No he vuelto a tener la conciencia de estar ante hechos definitivos, no he vuelto a tener una epifanía como aquella, ya no se cuando un momento será definitivo. Es necesario aclarar que no la volví a ver y que treinta años después no la olvido?
PS: Para no olvidar. Los Rodríguez.
Glycerine. Bush.
Angel. Aerosmith.