Hubo una época en que prácticamente vivía en casa de mi abuela. Creo que muchas familias han crecido bajo matriarcado. Aclaro que todos los que componen la familia tienen voz, sobretodo el Abuelo, pero quien tenía la última palabra es la Abuela. Sin problema aceptábamos lo que su sabiduría aconsejaba, porque una casa bajo el mando de una buena mujer no tiene comparación.
A excepción de los lunes en la tarde. Tendría yo unos 14 años, el menor de mis tíos unos 25, uno de mis primos unos 9, mi hermano tal vez 6, el Abuelo ya había entrado en esa época en la que no se tiene edad, era el Abuelo.
Las telenovelas eran (y son) muy importantes para la Abuela, pero en ese momento debían resignar su sitio ante lo que nos reunía. Más o menos a las 4 de la tarde de cada lunes dejábamos de lado lo que estuviéramos haciendo, desde mi hermano, pasando por el primo, el tío y yo, hasta el Abuelo nos sentábamos frente al tv. Nos sentábamos a ver la WWF. Sí, la WWF. Recuerdo al Undertaker, al Payaso, a Shawn Michaels el rompecorazones, el One Two Three Kid, y a mi favorito, un japonés que tenía el pecho, la espalda, y los brazos tatuados con símbolos propios de su idioma. Este tipo era el más ágil, el que hacía las piruetas más espectaculares, aunque no recuerdo su nombre.
Los lunes en la tarde eran sagrados, era la hora de los hombres de la casa. Tal vez la lucha libre sea el espéctaculo más patético del mundo, tal vez sea lo más falso, tal vez sea muchas cosas, pero no me importa, porque para nosotros era más que una hora de tv, era un ritual carente de palabras, pero lleno de significado, era el momento en que se fortalecían los lazos de la "manada", el momento de comunión donde el Abuelo se sentaba con las generaciones futuras de su familia, dispuesto a compartir su sabiduría, su experiencia.
Hace mucho que no veo la WWF, si pudiera la vería de nuevo, eso sí al lado de mi gente y claro, liderados por el gran Abuelo.
PS: Caminito. Carlos Gardel. (El grandioso Carlos Gardel)